“Esto es más que una camiseta. Esta es nuestra familia, nuestro club, nuestra historia. Esto es nuestro. Lo que hicimos en este último mes, los últimos tres meses, los últimos 8 años o 10 años. Es la que sufrimos, la que lloramos, la que sudamos, la que nos cagamos de risa. Es esta. Entonces estos 80 minutos que no quede nada. No nos quede nada. Porque ahora si vamos a jugar por nuestra historia y por el que tenemos al lado. Y disfrutémoslo, que por ahí, y casi seguro, para muchos sea el último. Vamos”. Las palabras de Agustín Pichot siguen retumbando en el vestuario del Parque de los Príncipes y lo harán eternamente.
10 años ya pasaron de aquel día en el que un seleccionado argentino que llegaba con una mano atrás y la otra adelante daba el golpe en el Stade de France ganando el partido inaugural ante el combinado local. La corrida de Ignacio Corleto, símbolo de aquella victoria, daba comienzo a la noche soñada que sería puntapié para la mayor gesta de la historia del rugby argentino. Un golpe en el que solo ellos creían en la previa al torneo.
Pero el camino no arrancó ahí. El centro de alto rendimiento Athletes Performance en Pensacola, Estados Unidos, el colegio Newman, Gales y Bélgica fueron paradas previas al Mundial de Francia 2007. Cada paso fue dejando algo, positivo y también negativo y esas circunstancias fueron las que moldearon el espíritu del equipo y templaron el alma de cada uno de sus integrantes. Felicidades y adversidades que se transformarían en combustible para dar un poco más de lo que sus límites les permitían.
Pensacola era similar a un planeta no explorado para nuestro rugby. Un lugar al cual fueron hacer la puesta a punto y les mostró una nueva dimensión en cuanto a métodos de entrenamiento, alimentación y exigencia que los puso muy por encima de lo ya conocido.
De regreso en nuestro país y al darse a conocer el plantel definitivo, estos Pumas tuvieron que asimilar el cimbronazo de dejar a compañeros en el camino y pasar a darse cuenta de la trascendencia y la gratitud de donde iban a estar parados.
El paso por Gales sembró dudas en cuanto al juego y dejó una marca indeleble por el duro golpe que significó la baja de Martín Gaitán por una deficiencia cardíaca descubierta en el vestuario del Millenium de Cardiff. El Negro no solo se perdería el Mundial sino que además dejaba la incógnita si algún día podría volver a jugar al rugby. Varios días de internación y muchísima preocupación fueron las características que marcaron esos días. El grupo respondería haciéndolo sentir uno más durante lo que restaba de campaña hasta terminar el Mundial. La derrota ante los galeses 27 a 20 sería casi anecdótica. El capitán Agustín Pichot pasaría toda la noche con él en el hospital pese a la insistencia de los miembros del mismo para hacerle saber de la prohibición de su compañía eran simples muestras de un sentimiento que realmente vivieron. Ya no serían más 15 adentro de la cancha, ahora serían 16. Las remeras negras con la inscripción “Blackie” con la que los jugadores salían a precalentar antes de cada partido mundialista simbolizaban la importante marca dejada por Gaitán y su desgraciado hecho.
En Bélgica llegaría una victoria poco trascendente en lo numérico pero muy importante en lo humano. Lugar donde los jugadores reconocen que se empezó a sentir realmente una hermandad entre los integrantes de la comitiva. Pero, una vez más, el lado negativo no pasó de largo. En el calentamiento previo al test match Gonzalo Longo sufría un desgarro que lo marginaría de la actividad. El cuerpo técnico tomó el riesgo y Longo permaneció en el plantel. El tercera línea volvería recién en el tercer partido del Mundial frente a Namibia.
La RWC 2007 tendría victorias ante Francia por 17 a 12 con el ya mencionado try de Ignacio Corleto y cuatro penales de Felipe Contepomi. Un primer paso inesperado para el rugby mundial pero muy confiado en el seno del plantel. Con la sorpresa táctica de Juan Martín Hernández de 10 desde el arranque, el jugador formado en Deportiva Francesa se quedaría con esa camiseta por el resto del torneo y sería una de las figuras del equipo.
Luego llegaría el triunfo ante Georgia 33 a 3 con un primer tiempo flojo y una segunda parte donde con dos tries de Lucas Borges, uno de Patricio Albacete y otro agónico de Federico Martín Aramburú llegaría el punto bonus buscado en pos de la clasificación.
El 63 a 3 ante Namibia aparecería en el camino de Los Pumas para seguir sumando confianza y para festejar la vuelta de Longo desde el banco. Roncero, Leguizamón en dos oportunidades, Gonzalo Tiesi, Corleto, Todeschini, Manuel y Felipe Contepomi llegarían al ingoal rival (más un try penal), mientras que el mismo Felipe y Todeschini sumarían a través del pie.
La hora de la revancha había llegado. Nadie había olvidado el duro golpe del 2003 cuando una derrota por 16 a 15 ante Irlanda había sido el detonante de la eliminación en primera ronda del Mundial de Australia. En esta oportunidad los europeos necesitaban ganar con bonus para seguir con vida, pero este grupo estaba listo para desquitarse.
En lo que fue, tal vez, la mejor producción al momento en la historia de los mundiales para Los Pumas, por el nivel del rival y el contexto, el equipo conducido por Marcelo Loffreda superó a Irlanda por 30 a 15. Tries de Lucas Borges y Horacio Agulla, de los más lindos de Los Pumas en su historia, tres penales de Felipe Contepomi y tres drops de Juan Martín Hernández, dos de derecha y uno de zurda, transformaron una victoria deseada en una goleada y los irlandeses retronaban a casa temprano.
Tan histórica como la victoria habrá sido aquella noche para los hinchas argentinos que se encontraron cantando a la salida del estadio y en la puerta de la concentración con los jugadores que se bajaron del colectivo para disfrutar junto a ellos.
En cuarto de final llegaría el turno de Escocia. Enfrente, además, estaría la historia del rugby argentino. Los Pumas jugaban contra su rival y contra la posibilidad de llegar por primera vez a las semifinales de un Mundial. Probablemente haya sido el partido más deslucido de la campaña pero eso no impediría una victoria significativa ante los británicos. Try de Gonzalo Longo, conversión y tres penales de Felipe más un drop de Hernández serían los motivos para sellar el pase de ronda. En semifinales esperaba nada más y nada menos que Sudáfrica.
Con el ánimo en plena ebullición y la confianza en niveles altísimos, Los Pumas sufrirían un duro golpe el 14 de octubre. Dos intercepciones y dos tries de pelota recuperada serían demasiado para un equipo argentino que sufrió los nervios de la instancia que estaban viviendo. La reacción no fue suficiente y el 37 a 13 final para los sudafricanos fue inapelable. La cara de desazón y el llanto de los jugadores traspasó la pantalla y quebró el alma de todos los televidentes. Este equipo no era un seleccionado más, este plantel representaba realmente a todos los argentinos. Garra, pasión y brillo.
Quebrados en la semana Los Pumas se prepararon para el partido por el tercer puesto. Un equipo francés con sed de revancha por el partido inaugural esperaba con los puños apretados. Paradójicamente el conjunto albiceleste volvería a encontrar su mejor versión sacando la parte más pura de su amor propio. Baile y goleada en una noche brillante del equipo entero. El partido que se merecían para cerrar esta inolvidable historia. 34 a 10, tercer puesto y la inmensa satisfacción de sentirse vacios por haber dejado todo en pos de un objetivo común.
Emocionado y con una sonrisa que inundaba su rostro después del partido final, Agustín Pichot decía en una multitudinaria ronda en el centro del campo de juego, “este equipo no se lo olviden nunca más en sus vidas. Porque esto fue un equipo en serio, que dejó absolutamente todo hasta el final”. Los jugadores seguramente no lo hayan olvidado, ese Mundial marcó a fuego sus vidas deportivas, pero no solo ellos lo recordarán, el público argentino se rinde a 10 años ante Los Pumas eternos.
Plantel completo: Horacio Agulla, Patricio Albacete, Rimas Álvarez, Marcos Ayerza, Lucas Borges, Felipe Contepomi, Manuel Contepomi, Ignacio Corleto, Martín Durand, Ignacio Fernández Lobbe, Juan Fernández Lobbe, Nicolás Fernández Miranda, Santiago González Bonorino, Eusebio Guiñazú, Omar Hasan, Juan Martín Hernández, Mario Ledesma, Juan Manuel Leguizamón, Gonzalo Longo, Esteban Lozada, Federico Martín Aramaburú, Lucas Ostiglia, Agustín Pichot ©, Rodrigo Roncero, Martín Scelzo, Martín Schusterman, Hernán Senillosa, Federico Serra, Gonzalo Tiesi, Federico Todeschini, Alberto Vernet Basualdo y Martín Gaitan.
Cuerpo técnico: Marcelo Loffreda, Daniel Baetti, Diego Cash, Emilio Perasso, Mario Larrain, Ignacio Fernández Madero, José Luis Visca, Sergio Carossio.